El agente secreto y yo

El sábado, producto del aburrimiento y por la insistencia de mis amigos, fui a una discoteque ubicada en el sector poniente de Santiago, específicamente en plena ruta 68. Me cargan las discos, esa es la verdad, y sólo las puedo soportar si estoy acompañado de mi polola. Pero por ser una ocasión especial, acepté la invitación y ahí estaba, a las 12.50, listo para entrar a la Aeropuerto, living non stop.
Como era de esperarse, fue un bodrio la experiencia. Mis dos amigos estuvieron gran parte de la noche buscando mujeres para bailar y yo sentado en la barra, analizando este mundo que me era tan ajeno, cuando cinco años atrás no concebía un fin de semana sin pasar por una discoteque.
Y en eso estaba, cuando un compadre que se hizo llamar Alonso se sentó al lado mío. Me saludó y acto seguido me invitó una roncola. Para no ser descortés (y porque tenía sed y nada de dinero) le acepté la invitación. Ese fue el comienzo de una de las conversaciones más bizarras que he tenido en mi vida.
-Ya no aguanto más, tengo que contarte una cosa -me dijo este sujeto en notorio estado de ebriedad-. Yo vengo del sur, de Temuco, y todos creen que soy temporero, pero eso es sólo mi fachada.
El tipo, que debió haber tenido cerca de 30 años pero que tenía la cara más carreteada que alguien de 50, continuó con su confesión, mientros yo lo miraba perplejo.
-La verdad es que yo trabajo en un organismo de seguridad del gobierno, pero ahora ando de franco y te lo quería contar, porque estoy chato de mentirle a todo el mundo.
-¿Organismo de seguridad? -le dije yo, con una notoria cara de sorpresa- ¿Trabajas para el Ministerio del Interior, para la ANI (Agencia Nacional de Inteligencia), para Carabineros, para Investigaciones?
-No compadre, nada de esos. Es secreto y dependemos directamente del Presidente de la República. Yo trabajo en Temuco, pero tenemos oficinas en todas las regiones de Chile. Ahora nuestra preocupación son los anarquistas que ponen bombas, pero en estos momentos no estoy ni ahí, ya que ando de vacaciones a la fuerza.
-¿Qué te pasó?
-No te puedo decir más, pero necesitaba a alguien a quien contárselo. Ahora vamos al baño que quiero buscar algún estupefaciente... porque mi pega no es detener a los traficantes. De hecho acá en la disco he visto a hartos policías, pero sólo nos pegamos miradas ya que no me pueden saludar. Acuérdate que nadie puede saber mi identidad.
Y así, el tipo se paró en dirección al baño. Yo sin duda lo seguí, atraído por este extraño personaje que me hablaba de cosas demasiado cuerdas y demasiado incoherentes. En el baño, "Alonso" conversó con cada una de las personas que estaban en el lugar, en busca de su preciada droga. Como era de esperarse, nadie le dio nada a este ser más curado que el Che Copete y Ruperto juntos.
Salimos del baño, él con una clara cara de decepción y yo cada vez más intrigado. Fue hacia una mesa y saludó a tres mujeres y dos hombres que ahí estaban sentados. Ellos son mis primos de Santiago. Si ellos supieran en lo que trabajo de verdad se cagarían, me contó después esta versión chilena del agente 007.
Más prendido que nunca, "Alonso" fue hasta la pista de baile. Nuestra misión era ahora comprar otro vaso de ron, auspiciado por este agente de seguridad del país. Mientras caminaba detrás de él, entre la gente y la oscuridad del lugar, lo perdí de vista. Al rato me encontré con mis amigos y volvimos a la casa. Les conté la experiencia y su único comentario fue "el hueón jugoso".
Y de esa forma terminó mi vivencia con el agente secreto. ¿Será que me encontré con un tipo más loco que Robert de Niro en Taxidriver o que de verdad vi la punta del iceberg de este ultrasecreto organismo de seguridad que tiene el país?
Si bien no tengo la respuesta, me inclino por la primera opción. Al menos, hasta ahora no me han intervenido el teléfono y no he visto ningún auto que me siga... eso espero.