martes, octubre 31, 2006

Necesidades


Casi un mes me demoré en actualizar mi blog. Me pasaron muchas cosas que no viene al caso contar, pero necesitaba ordenar mi vida antes de tener la inspiración y valentía para poder escribir aquí nuevamente.

Tengo muchas ideas interesantes de posts, pero en este escrito puntual no voy a tocar ningún tema en especial. Simplemente no me da la gana.

¿Por dónde empezar? Lo más lógico que sea por el comienzo. Hace poco menos de un mes estuve a punto de perder lo que más adoro en mi vida. Y por una tontera mía, por una pendejada que me impedía crecer como persona. ¿Por qué tenemos que valorar realmente lo que queremos cuando estamos a punto de perderlo? No lo sé, pero sí sé que las vi difíciles. Gracias a dios, los espíritus, arcángeles, buda, johvá, maradona (o cualquier ser supremo que crean) pude mantener a mi novia conmigo. Y ahora estamos mejor que nunca... un segundo aire como dirán algunos.

Y el blog... en este espacio uno puede ser lo que es o lo que quiere ser. Total, somos sólo palabras que pueden ser manipuladas como mejor nos parezca. En un comienzo me las quise dar de algo superior a lo que soy, luego mi ser salió a flote y, por ejemplo, en el post Escéptico, me di cuenta que mis puntos de vista pueden ser repudiados por mucha gente. Eso me gustó.

Y fue en esos momentos, al leer mis palabras y ver que mi verdadero ser aflotaba desde lo profundo de mi inconsciente, que me di cuenta de la triste realidad: no tengo idea quien soy. Un mar de contradicciones y matices. Por ejemplo, mi niñez está prácticamente borrada de mi memoria... les puedo confidenciar que cuando era chico mis padres se separaron. Nunca supe bien el motivo y hasta hoy me es incómodo preguntar. Lo que sí sospecho es que tiene relación con mis escases de recuerdos de aquella época.

No sé... quiero desahogarme y me siento mucho más aliviado en escribir estas líneas. Les sigo dando la lata, y si no quieren seguir leyendo a este enrollado, los libero sin culpa de estas grises líneas.

Y hoy es el famoso Halloween. El año pasado tiraron huevos a mi casa porque les dije a los niños que no siguieran esa rídicula tradición gringa y, además, que no pensaba darles dulces. Algo me dice que mañana en la mañana volveré a limpiar los huevos secos en la puerta de mi residencia. Porque me niego rotundamente a ser parte de este juego comercial. Es increíble como las grandes empresas juegan con los niños en crearles necesidades falsas y, los pobres padres, tienen que seguir el juego por el miedo de crear un trauma irreparable a sus adorados retoños.

Tengo un post que mañana voy a subir... por ahora me bastaba con desvariar un rato y, sencillamente, escribir lo primero que se me viniera a la mente. Dicen que escribir libera el alma, lástima que yo no tenga una.

miércoles, octubre 04, 2006

Apología a Santiago


Por lo que he visto, la gran mayoría de los santiaguinos aborrecen su ciudad. La encuentran una orbe aburrida, gris, sin vida y estresante. Yo, como defensor de las causas perdidas, tengo que salir en auxilio de esta gran ciudad, toda una metrópolis para Sudamérica y el mundo.

La idea se me vino a la cabeza luego que pasara, por enésima vez, a visitar los patios del Palacio de La Moneda. Mientras me daba vuelta para tirar una moneda en la fuente de los deseos santiaguina, me di cuenta de la cantidad de extranjeros que se encontraban conociendo la casa de gobierno. De hecho, uno de estos turistas (gringo por donde se le viera) preguntaba impresionado cómo era posible que la Presidenta se encontrara trabajando a sólo unos metros de él. Por lo que escuché, acercarse a la Casa Blanca era prácticamente imposible.

Y, desde el fondo de mi ser, nació un sentimiento de ternura hacia esta ciudad que me ha albergado durante toda mi vida. Todo el odio que sentía por el mal llamado "Santiasco" se convirtió en una verdadera admiración y, con sorpresa, noté que en realidad despreciaba la ciudad sólo porque era lo "políticamente correcto". Todos los santiaguinos hablan constantemente de lo genial que es la vida en el campo y en la playa. Yo, como buen Contreras, no cambio por nada la vida en esta orbe.

Sin haber investigado en profundidad, Santiago de Chile debe ser la única metrópolis del mundo en que si viajas una hora y media hacia el poniente tienes el mar y si viajas el mismo tiempo hacia el oriente tienes la montaña y los centros invernales.

Esa montaña, la Cordillera de Los Andes, nos sorprende cada día levántándose como un apoteósico monumento de la naturaleza que, además de regalarnos su belleza, nos sirve como una gigante brújula, siempre indicándonos hacia donde queda el norte.

Como gran ciudad que se respete, siguiendo la línea de París y de Londes, Santiago tiene un río que la recorre entera. Está bien, el Mapocho dista de ser esos inmaculados ríos europeos, pero para América Latina no está nada de mal (tampoco nos pongamos exigentes).

Es cierto que tenemos un problema de smog (parece que Pedro de Valdivia no fue lo suficientemente visionario), pero cualquier metrópolis que se respete tiene que tener una dosis de este contaminante. Es cosa de ver a Londres o a Los Angeles, California. Otros me dirán que existen poblaciones donde la pobreza es vergonzosa. Yo les respondo que es un mal inevitable de toda gran ciudad... parece que no conocen las Villas Miseria de Buenos Aires o las banlieue de París.

Tenemos carreteras interurbanas dignas de cualquier nación desarrollada y, si bien el transporte público nos produce más de algún dolor de cabeza, no es menos malo que el de algunas ciudades que tendemos a admirar, por ejemplo Nueva York.

Y así podría seguir llenando líneas y líneas... fuente de inspiración de artistas, sus cerros San Cristóbal y Santa Lucía, el Parque Forestal, la bohemia (aunque limitada) vida nocturna, una cultura envidiable y los mitos y leyendas urbanos (que merecen post a parte). Además, somos uno de esos destinos turísticos denominados "exóticos".

Quizás esta orbe no sea la óptima ciudad para vivir, pero es nuestra. Si me hubieran dado a elejir, yo hubiera pedido nacer en Santiago de Chile.

domingo, octubre 01, 2006

Preguntas y respuestas


-¿qué te parece valdrá
la pena matar a dios
a ver si se arregla el mundo?

-claro que vale la pena

-¿valdrá la pena jugarse
la vida por una idea
que puede resultar falsa?

-claro que vale la pena

-¿pregunto yo si valdrá
la pena comer centolla
valdrá la pena criar
hijos que se volverán
en contra de sus mayores?

-es evidente que sí
que no
que vale la pena

-pregunto yo si valdrá
la pena poner un disco
la pena leer un árbol
la pena plantar un libro
si todo se desvanece
si nada perdurará

-tal vez no valga la pena

-no llores

-estoy riendo

-no nazcas

-estoy muriendo

Poema de Nicanor Parra.

Son demasiadas las cosas horribles que vemos en este mundo y que pasan a ser parte de nuestra vida cotidiana y, lo peor, dentro de nuestro letargo comienzan a ser aceptadas. Sólo por citar algunos ejemplos: la guerra, el hambre, la injusticia, la opresión, la censura, el racismo, la pobreza, la discriminación (son tantas que llega a darme vértigo).

Por más que tratemos de hacer la diferencia, quizás el hombre es malo por naturaleza y una y otra vez caerá en estas aberraciones.

Hay días en que me despierto y, al igual que este poeta, me pregunto si valdrá la pena.