Marcando el tiempo II
Sigamos con las escenas que me marcaron a eso de los fines de los '80 y principio de los '90.
"¡Dragooooo!"
Rocky IV (1985) fue la primera película deportiva que llamó mi atención. Además marcó otro hito, pues fue de las iniciales cintas que vi dedicada exclusivamente para hombres y me empecé a dar cuenta que la diferencia entre los géneros era más profunda y complicada de lo que yo pensaba.
Esta película era "neta" (usando términos de ese periodo), pues el famoso Rocky Balboa tenía pensado retirarse. Sin embargo, una nueva amenaza golpeó su puerta: Iván Drago, el nuevo boxeador de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS, USSR, CCCP) que era el potencial nuevo campeón mundial. Esto, sumando a que este deportista (una máquina de matar) había asesinado a su amigo Apolo Creed, fueron suficiente incentivo para que Rocky viajara a la actual Rusia a pelear.
Creo que esta película fue la primera que logró lavar mi cabeza. Yo me quedé con la idea de que Rocky era el héroe, que representaba al mundo libre. Mientras Drago era el fiel modelo de ese mundo frío e inhóspito llamado comunismo. Cuando Rocky ganó, todos los soviéticos que habían asistido a la pelea lo apaludieron, lo mismo hizo Gorbachov.
¡Qué mierda! Los gringos usaban hasta a Hollywood como una herramienta de la Guerra Fría. Hace poco volví a ver esta película y la encontré ridícula. En la vida real, "El Semental Italiano" hubiera desaparecido misteriosamente luego de ganarle a Iván Drago.
Cinco hoces y tres martillos.
Batman
Batman (1989) ha sido, desde que tengo uso de razón, mi superhéroe favorito. Ese ambiente lúgubre, el millonario excéntrico y los villanos realmente malos me marcan hasta hoy. No en vano mi gato se llama Bruno, en honor a Bruno Díaz (Bruce Wayne).
Creerán que estoy loco, pero en mi niñez existían días en que realmente me creía Batman. Mis padres me arrendaban el distraz y yo lo usaba todo el día, en mi casa, para ir de compras o de visitas. Los que me veían en la calle debieron haber pensado que me dirigía a una fiesta de disfraces... mejor que no se hayan enterado de la patética realidad.
Aún recuerdo perfectamente la escena que más me gustaba de Batman. Era cuando los tres protagonistas (Batman, Jocker y Vicky Vale) estaban en el techo de la Catedral. El Guasón, magistralmente interpretado por Jack Nicholson, se preparaba a huir en su helicóptero, pero el astuto de Batman le tiró un cable al pie. El otro extremo quedó enganchado en una górgola. El Guasón cayó más de 300 metros y quedó reventado. Notable.
5.428 estrellas aladas.
"Luke, yo soy tu padre"
Star Wars (1973, 1980, 1983) no es actualmente mi película favorita. Pero sí lo fue, y por más años de los que me atrevo a contar. El mundo futurista, las naves espaciales, los extraterrestres, los sables láser, el villano mitad hombre mitad máquina, fueron elementos más que suficientes para despertar una profunda pasión en un niño con pocos amigos, excesiva imaginación y con padres recientemente divorciados.
Me da mucha nostalgia escribir sobre esta saga. Por ejemplo, me acuerdo que mi abuelo me sacaba fotos junto a la tele con escenas de la cinta. Recuerdo también que en el verano me despertaba temprano y pasaba todo el día viendo las tres películas. Esto lo hacía como tres veces por semana durante los tres meses de vacaciones. Es enfermo, no necesito que me lo digan.
Sin duda, los fanáticos y el público en general deben compartir que el clímax de las seis películas que forman Star Wars ocurre cuando Darth Vader le revela a Luke que es su padre. Me acuerdo de una escena de Los Simpson, cuando Homero y Marge acaban de ver El Imperio Contraataca e iban saliendo del cine. Junto a ellos, una cola de cientos de personas que deseaban entrar a ver la cinta. En ese momento, Homero se manda un cometario notable: "Quién diría que Darth Vader era el padre de Luke". La gente que hacía la cola lo llenó de garabatos (mínimo). Me acuerdo y me río.
Infinitas estrellas de la muerte.
Easy Rider
Easy Rider (1969) la vi alrededor de 1990 junto a un tío y la verdad no entendí mucho. A los ocho años, me gustaba esa música rockanrolera y las motos. El contenido de fondo no lo captaba y tampoco me interesaba.
Claro que la he vuelto a ver, más veces de las recomendadas, y cada vez me gusta más. Esta banda de motoristas que recorría los diferentes emplazamientos hippies en Estados Unidos se convirtió en todo el referente de una generación, de la cual me dio no pena no haber sido parte. Las actuaciones del veinteañero Jack Nicholson, Peter Fonda y Dennis Hopper me dejaron boquiabierto y la primera escena, cuando presentan los créditos y aparece de fondo la canción Born to be Wild, aparece cada cierto tiempo en mi cabeza sin que yo la invite.
Finalmente los tres amigos tienen un terrible final en manos de un granjero reaccionario. Si llegara hasta ese punto de mi vida y muriera de esa forma, no tendría duda que una maldición estaba rondando mi cabeza.
Una Harley Davidson del Coco Legrand.
La muerte en el pantano
Si el ratón Fievel sacó mi primera lágrima cebollera, La Historia sin Fin (1984) logró mi primer lloriqueo de angustia. Era muy fuerte ver cómo alguien decidía morir, mientras el amigo intentaba salvarlo. Era una especie de suicidio cinematográfico.
Para quienes no recuerdan, La Historia sin Fin se trataba de un niño llamado Bastián, quien robaba un libro y comenzaba a leerlo en la azotea de su colegio. La trama trataba de un mundo fantástico que se estaba acabando y la última esperanza estaba en un joven llamado Atreyu. Lo cuático es que lo que Bastián imaginaba iba ocurriendo en el libro y, por ende, en este mundo paralelo. De ahí el nombre de La Historia sin Fin.
Eran muchos los personajes que aparecían, tales como el hombre de piedra, la princesa, la nada (lo que estaba destruyendo a este mundo) y Falkor, el dragón blanco (que todo parece apuntar a que realmente era un perro fleto).
La escena que más me marcó fue la muerte de Artax, el caballo de Atreyu, en el Pantano de la Desesperación. En ese lugar te hundirías hasta morir si perdías las esperanzas. Mientras cruzaban el pantano, el caballo repentinamente deja de moverse y comienza a hundirse. Ante esto Atreyu le llora, mientras Artax va muriendo poco a poco. Igual traumática la escena para un inocente niñito como era yo.
2,49 alcachofas.
PD: Para la otra, ya estamos en mi adolescencia.